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Sodio en el cuerpo humano
El papel del sodio en el cuerpo humano pdf
El sodio es un nutriente esencial, pero es algo que el cuerpo no puede producir por sí mismo. Desempeña un papel vital en la regulación de muchas funciones corporales y está contenido en los fluidos corporales que transportan oxígeno y nutrientes. También es esencial para mantener el equilibrio general de líquidos del cuerpo.
Para sobrevivir, todo el mundo necesita consumir sodio con regularidad. Es un componente principal del medio interno de una persona, el líquido extracelular. Los nutrientes llegan a las células del cuerpo a través de estos fluidos. El sodio facilita muchas funciones corporales, como el volumen de fluidos y el equilibrio ácido-base.
El sodio permite la transmisión de los impulsos nerviosos en todo el cuerpo. Es un electrolito, como el Potasio, el Calcio y el Magnesio; regula las cargas eléctricas que entran y salen de las células del cuerpo. Controla el gusto, el olfato y los procesos táctiles. La presencia de iones de sodio es esencial para la contracción de los músculos, incluido el más grande e importante, el corazón. Es fundamental para el funcionamiento de las señales hacia y desde el cerebro. Sin una cantidad suficiente de sodio, sus sentidos estarían embotados y sus nervios no funcionarían.
Rango normal de sodio
El sodio es vital no sólo para mantener el equilibrio de los líquidos, sino también para muchas otras funciones corporales esenciales. A diferencia de muchos minerales, la absorción de sodio en el intestino delgado es extremadamente eficiente y, en un individuo sano, todo el exceso de sodio es excretado por los riñones. De hecho, se necesita muy poco sodio en la dieta (unos 200 miligramos) porque los riñones reabsorben activamente el sodio. La reabsorción renal de sodio está controlada hormonalmente, lo que permite una concentración de sodio relativamente constante en la sangre.
La dieta típica estadounidense de hoy en día es bastante alta en sodio, a menudo proporcionando > 2.300 miligramos de sodio por día. Esto es especialmente cierto si una persona come muchos alimentos procesados o envasados. Para las personas jóvenes con riñones sanos, el consumo excesivo de sodio puede no ser un problema. Sin embargo, un consumo elevado de sodio puede tener graves consecuencias para las personas con una función renal comprometida. Además, durante el proceso normal de envejecimiento los riñones suelen ser menos eficientes a la hora de excretar el exceso de sodio de la sangre. En cualquiera de los casos, el resultado de una función renal comprometida es la retención de líquidos en la sangre, lo que provoca una mayor presión en los vasos sanguíneos. Esta condición se conoce como presión arterial alta o hipertensión, y a menudo puede controlarse reduciendo la cantidad de sodio consumido.
Importancia de los iones de sodio en el organismo
Los iones de sodio (Na+) son necesarios en pequeñas cantidades para algunos tipos de plantas,[1] pero el sodio como nutriente es más generalmente necesario en mayores cantidades para los animales, debido a que lo utilizan para la generación de impulsos nerviosos y para el mantenimiento del equilibrio de electrolitos y de fluidos. En los animales, los iones de sodio son necesarios para las funciones mencionadas y para la actividad cardíaca y ciertas funciones metabólicas[2] Los efectos de la sal sobre la salud reflejan lo que ocurre cuando el cuerpo tiene demasiado o demasiado poco sodio.
Las necesidades fisiológicas mínimas de sodio oscilan entre 115 y 500 miligramos al día, en función de la sudoración debida a la actividad física y de la adaptación de la persona al clima[4] El cloruro de sodio es la principal fuente de sodio en la dieta, y se utiliza como condimento y conservante, por ejemplo, para el encurtido y la cecina; la mayor parte procede de los alimentos procesados. [5] La ingesta adecuada de sodio es de 1,2 a 1,5 gramos al día,[6] pero en Estados Unidos se consumen una media de 3,4 gramos al día,[7][8] la cantidad mínima que favorece la hipertensión,[9] (hay que tener en cuenta que la sal contiene aproximadamente un 39,3% de sodio en masa,[10] el resto es cloro y otras sustancias químicas traza, por lo que el nivel de ingesta superior tolerable de 2,3 g de sodio sería de unos 5,9 g de sal, aproximadamente una cucharadita,[11]).
Deficiencia de sodio
Sólo una pizca de sal de mesa puede contener hasta 400 mg de sodio, pero este mineral está presente de forma natural en muchos otros alimentos. Aunque el sodio hace mucho bien a nuestro organismo, su exceso puede causarnos problemas.
El sodio es uno de los principales minerales que nuestro cuerpo necesita en cantidades relativamente grandes para mantenerse sano. Podemos encontrar sodio de forma natural en una gran variedad de alimentos, pero es habitual que lo tengamos en forma de cloruro de sodio, también conocido como sal de mesa.
Al igual que el cloruro y el potasio, el sodio crea canales específicos en las membranas de nuestras células que realizan diferentes tareas vitales. Por ejemplo, los canales de sodio ayudan a controlar la cantidad de agua que entra y sale de las células y permiten el transporte de nutrientes y compuestos específicos (como aminoácidos, glucosa, vitaminas, etc.) al interior de las células. El sodio también es importante para ayudar a los músculos y al corazón a contraerse y para permitir que las células nerviosas transmitan mensajes (impulsos nerviosos) entre el cerebro y el cuerpo.
El valor de referencia dietético (VDR)* para adultos sanos (mayores de 18 años), incluso durante el embarazo y la lactancia, es de 2 g de sodio al día. Esto se traduce aproximadamente en 5 g, o una cucharadita de sal de mesa (cloruro de sodio), que es nuestra principal fuente de sodio en la dieta.