La segunda revolución industrial

Definición de la segunda revolución industrial

La Segunda Revolución Industrial, también conocida como “Revolución Tecnológica”, fue una fase de rápida industrialización en el último tercio del siglo XIX y principios del XX. La Primera Revolución Industrial, que finalizó a principios-mediados del siglo XIX, se vio salpicada por una ralentización de las macroinvenciones antes de la Segunda Revolución Industrial en 1870. Aunque algunos de sus acontecimientos característicos pueden remontarse a innovaciones anteriores en la industria manufacturera, como la invención del proceso Bessemer en 1856, la Segunda Revolución Industrial suele datarse entre 1870 y 1914, hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Los avances en la tecnología de fabricación y producción permitieron la adopción generalizada de sistemas tecnológicos preexistentes, como las redes de telégrafo y ferrocarril, el suministro de gas y agua y los sistemas de alcantarillado, que antes se habían concentrado en unas pocas ciudades selectas. La enorme expansión de las líneas ferroviarias y telegráficas a partir de 1870 permitió una circulación de personas e ideas sin precedentes, que culminó en una nueva ola de globalización. En el mismo periodo se introdujeron nuevos sistemas, sobre todo la energía eléctrica y el teléfono.

La electricidad de la segunda revolución industrial

La Segunda Revolución Industrial fue un periodo de avances revolucionarios en la fabricación, la tecnología y los métodos de producción industrial, especialmente en Estados Unidos, entre 1870 y 1914. Desarrollos como el acero, la electricidad, el aumento de la producción en masa y la construcción de una red nacional de ferrocarriles permitieron el crecimiento de ciudades en expansión. Este impulso histórico en la producción de las fábricas, unido a la invención de maravillas tecnológicas como el telégrafo, el teléfono, el automóvil y la radio, cambiaría para siempre la forma de vivir y trabajar de los estadounidenses.

Aunque la automatización y la productividad de las fábricas habían mejorado gracias al uso limitado de los inventos de la Primera Revolución Industrial, como la máquina de vapor, las piezas intercambiables, la cadena de montaje y la producción en masa, la mayoría de las fábricas de finales del siglo XIX seguían funcionando con agua. Durante la c, recursos recién desarrollados como el acero, el petróleo y el ferrocarril, junto con la nueva fuente de energía superior de la electricidad, permitieron a las fábricas aumentar la producción a niveles inauditos. Junto con esto, el desarrollo de máquinas controladas por ordenadores rudimentarios, dio lugar a la producción automatizada. A finales de la década de 1940, muchas de las fábricas de cadenas de montaje de la Primera Revolución Industrial evolucionaron rápidamente hacia fábricas totalmente automatizadas.

Efectos políticos de la segunda revolución industrial

El transatlántico SS Kaiser Wilhelm der Grosse, un barco de vapor. Como principal medio de transporte transoceánico durante más de un siglo, los transatlánticos fueron esenciales para las necesidades de transporte de los gobiernos nacionales, las empresas comerciales y el público en general.

La Segunda Revolución Industrial, también conocida como Revolución Tecnológica,[1] fue una fase de rápida estandarización e industrialización desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX. La Primera Revolución Industrial, que finalizó a mediados del siglo XIX, se vio salpicada por una ralentización de los inventos importantes antes de la Segunda Revolución Industrial en 1870. Aunque algunos de sus acontecimientos pueden remontarse a innovaciones anteriores en la industria manufacturera, como el establecimiento de una industria de máquinas-herramienta, el desarrollo de métodos para la fabricación de piezas intercambiables y la invención del proceso Bessemer para producir acero, la Segunda Revolución Industrial suele datarse entre 1870 y 1914 (el comienzo de la Primera Guerra Mundial)[2].

Las condiciones de trabajo durante la segunda revolución industrial

¿Las tecnologías que nos rodean son herramientas que podemos identificar, agarrar y utilizar conscientemente para mejorar nuestras vidas? ¿O son más que eso: objetos poderosos y facilitadores que influyen en nuestra percepción del mundo, cambian nuestro comportamiento y afectan a lo que significa ser humano?

Las tecnologías están surgiendo y afectando a nuestras vidas de formas que indican que estamos al principio de una Cuarta Revolución Industrial, una nueva era que construye y amplía el impacto de la digitalización de formas nuevas e imprevistas. Por lo tanto, vale la pena tomarse un tiempo para considerar exactamente qué tipo de cambios estamos experimentando y cómo podríamos, colectiva e individualmente, garantizar que se generen beneficios para muchos, en lugar de para unos pocos.

Se considera que la primera revolución industrial fue el cambio de nuestra dependencia de los animales, el esfuerzo humano y la biomasa como fuentes primarias de energía al uso de combustibles fósiles y la energía mecánica que esto permitió. La Segunda Revolución Industrial se produjo entre finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, y trajo consigo importantes avances en forma de distribución de electricidad, comunicación tanto inalámbrica como por cable, la síntesis del amoníaco y nuevas formas de generación de energía. La Tercera Revolución Industrial comenzó en la década de 1950 con el desarrollo de los sistemas digitales, la comunicación y los rápidos avances en la potencia informática, que han permitido nuevas formas de generar, procesar y compartir la información.