Fundacion ramon areces conferencias

Beca postdoctoral ramón areces

La revolución digital motivó una ola de tecnooptimismo, justificada por lo que la tecnología hace por nosotros en el día a día: poder hacer fotos o grabar vídeos en cualquier momento, mantener comunicaciones en tiempo real las 24 horas del día o guiarnos por GPS era inimaginable hace sólo 20 años. Esto es bueno, en principio, pero tiene un lado oscuro. La tecnología mal utilizada nos incita a la pereza y a sustituir los procesos de pensamiento y reflexión por la acumulación mecánica de datos que, aparentemente, nos lleva a una toma de decisiones clara y objetiva.

Este lado oscuro está en la base de numerosas patologías modernas. En el mundo académico, por ejemplo, sufrimos un grave caso de “top5itis”, enfermedad por la que el valor del trabajo de un investigador se reduce a sumar el número de trabajos que ha publicado en las primeras revistas (“Top-5”, por ejemplo) de un determinado ranking. Otras enfermedades similares se dan en el mundo del fútbol (VAR-itis), en los nuevos medios de transporte (scooter-itis) y en la sociedad en general (populismo digital).

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A las 9:30 horas comenzó la apertura de la jornada con José Mª Lassalle Ruiz, Secretario de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital, Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital; Raimundo Pérez-Hernandez, Director de la Fundación Ramón Areces y Jaime del Barrio Seoane, Presidente de la Asociación Salud Digital. Unos quince minutos de introducción en los que hicieron latente la necesidad de que todos los actores contribuyan a que la brecha existente en el sistema sanitario sea cada vez menor.

La atención a la cronicidad supone el 80% del gasto sanitario y el 70% de la atención del personal sanitario, por lo que es urgente un enfoque de medicina preventiva. La única forma de que el sistema sociosanitario sea sostenible y viable es a través de la transformación digital de la salud basada, no tanto en el uso de las nuevas tecnologías, sino en un cambio cultural de la población.

José Mª Lassalle Ruiz, Ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital habló de la existencia de programas de fondos, como el ‘Programa Estatal de I+D+i Orientada a los Retos de la Sociedad’, para implementar los servicios digitales en la sociedad. Los organismos públicos son conscientes de que existe una necesidad principal, como es garantizar la prestación de servicios sanitarios en cualquier lugar, es decir, que los ciudadanos puedan acceder a los servicios aunque no estén en su comunidad autónoma. En este sentido, el uso de las nuevas tecnologías juega un papel fundamental.

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La revolución digital motivó una ola de tecnooptimismo, justificada por lo que la tecnología hace por nosotros en el día a día: poder hacer fotos o grabar vídeos en cualquier momento, mantener comunicaciones en tiempo real las 24 horas del día o guiarnos por GPS era inimaginable hace sólo 20 años. Esto es bueno, en principio, pero tiene un lado oscuro. La tecnología mal utilizada nos incita a la pereza y a sustituir los procesos de pensamiento y reflexión por la acumulación mecánica de datos que, aparentemente, nos lleva a una toma de decisiones clara y objetiva.

Este lado oscuro está en la base de numerosas patologías modernas. En el mundo académico, por ejemplo, sufrimos un grave caso de “top5itis”, enfermedad por la que el valor del trabajo de un investigador se reduce a sumar el número de trabajos que ha publicado en las primeras revistas (“Top-5”, por ejemplo) de un determinado ranking. Otras enfermedades similares se dan en el mundo del fútbol (VAR-itis), en los nuevos medios de transporte (scooter-itis) y en la sociedad en general (populismo digital).

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Y continuó: “Estas terribles metástasis representan la forma más común de diseminación de células cancerosas en el cerebro que se da en pacientes que sufren de cánceres de pulmón y de mama, y de melanoma. Nuestros decididos esfuerzos de investigación tendrán como objetivo identificar y validar nuevas dianas farmacológicas para desarrollar estrategias de tratamiento más eficaces.”

En el tratamiento de pacientes con cánceres de pulmón no microcíticos metastásicos y melanoma, los inhibidores de puntos de control inmunitarios representan el “go to” de la inmunoterapia sistémica. Sin embargo, por desgracia, no todos los pacientes responden a estas nuevas terapias inmunológicas, siendo el microambiente tumoral un factor crucial y determinante.

“Curiosamente, las lesiones intracraneales responden de forma diferente a estos inhibidores que las extracraneales. Esto podría sugerir que el microambiente modula la respuesta a la terapia en estos pacientes”, observó Joan.

“Este enfoque nos ayudará a identificar nuevas dianas terapéuticas y a establecer los mecanismos moleculares que influyen en la respuesta de los pacientes con metástasis cerebrales a estos inhibidores”, concluyó.