Externalidades positivas y negativas

Ejemplos de externalidades positivas y negativas

¿Alguna vez has tenido la sensación de estar pagando el precio del “trato” de otra persona? Tal vez se esté ahogando con la contaminación de una fundición en la que se fabrican widgets baratos. Ese efecto indirecto se llama externalidad. También las hay positivas. Aprenda más sobre las externalidades en este episodio de la serie de podcasts Economic Lowdown.

Cuando los mercados funcionan bien, todos los costes y beneficios de una transacción de un bien o servicio son absorbidos por el comprador y el vendedor. Por ejemplo, cuando compramos un donut en la tienda, es razonable suponer que todos los costes y beneficios de la transacción quedan contenidos entre el vendedor y usted, el comprador. Sin embargo, a veces, los costes o beneficios pueden repercutir en un tercero que no participa directamente en la transacción. Estos costes y beneficios se denominan externalidades. Una externalidad negativa se produce cuando un coste se desborda. Una externalidad positiva se produce cuando se desborda un beneficio. Por lo tanto, las externalidades se producen cuando algunos de los costes o beneficios de una transacción recaen en alguien que no es el productor o el consumidor.

Externalidad positiva del consumo

La contaminación atmosférica de los vehículos de motor es un ejemplo de externalidad negativa. Los costes de la contaminación del aire para el resto de la sociedad no son compensados ni por los productores ni por los usuarios del transporte motorizado.

En economía, una externalidad es un coste o beneficio indirecto para un tercero no implicado que surge como efecto de la actividad de otra parte (o partes). Las externalidades pueden considerarse como bienes no tasados que intervienen en las transacciones del mercado de los consumidores o de los productores. La contaminación atmosférica de los vehículos de motor es un ejemplo. El coste de la contaminación atmosférica para la sociedad no lo pagan ni los productores ni los usuarios del transporte motorizado al resto de la sociedad. La contaminación del agua por parte de molinos y fábricas es otro ejemplo. La contaminación nos perjudica a todos, pero el mercado no nos compensa por este daño. Una externalidad positiva es cuando el consumo de un individuo en un mercado aumenta el bienestar de otros, pero el individuo no cobra a la tercera parte por el beneficio. El tercero recibe esencialmente un producto gratuito. Un ejemplo de esto podría ser el apartamento situado encima de una panadería que recibe el beneficio de disfrutar del olor de los pasteles frescos cada mañana. Las personas que viven en el apartamento no compensan a la panadería por este beneficio. [1]

Externalidades positivas y negativas en la empresa

En economía, una externalidad es un efecto secundario, positivo o negativo, de la producción o el consumo. Se produce cuando el impacto de la actividad repercute en terceros que no participan en ella.

Una ilustración común de una externalidad negativa es la de la contaminación ambiental. Supongamos que soy el propietario de una fábrica que fabrica y vende widgets, y que acabo contaminando un arroyo cercano con los residuos de mi proceso de fabricación de widgets. El impacto de esta contaminación no lo sentimos ni yo ni mis clientes, pero es una externalidad negativa para los vecinos de mi fábrica, que sufren las consecuencias del arroyo ensuciado por los widgets.

Las externalidades son un ejemplo de desequilibrio en el mercado libre, porque el coste de una externalidad negativa lo paga alguien ajeno a la actividad económica y no se refleja en el precio de la producción. El gobierno suele mitigar el desequilibrio que representa una externalidad negativa gravando al productor. Al imponer impuestos a las fábricas que no cumplen determinadas normas de emisión, el gobierno puede incentivar a las fábricas a invertir en las mejoras necesarias de su capital físico para que cumplan esas normas de emisión.

Gráfico de externalidades positivas y negativas

La razón por la que se producen estas externalidades negativas, también conocidas como costes sociales, es que estos gastos no suelen incluirse en el cálculo de los costes de producción. Las decisiones de producción suelen basarse en datos financieros y la mayoría de los costes sociales no se miden de esa manera. Por ejemplo, cuando una empresa decide abrir una nueva fábrica, no tendrá en cuenta el coste que supone para los residentes beber el agua de un río que la fábrica ha contaminado. Como resultado, se fabrica un producto que no debería producirse, porque los gastos totales superan el rendimiento, porque no se han tenido en cuenta los costes sociales.