Porque los catalanes quieren independizarse

Historia de cataluña

Los inicios del separatismo en Cataluña se remontan a mediados del siglo XIX. La Renaixença (renacimiento cultural), que tenía como objetivo el renacimiento de la lengua catalana y de las tradiciones catalanas, condujo al desarrollo del nacionalismo catalán y al deseo de independencia[9][10] Entre las décadas de 1850 y 1910, algunos individuos,[11] organizaciones[12] y partidos políticos[13] comenzaron a exigir la plena independencia de Cataluña de España.

El gobierno español remitió la declaración al Tribunal Constitucional español, que dictaminó en marzo de 2014 que la declaración de soberanía era inconstitucional. Sin embargo, el tribunal no rechazó el “derecho a decidir”, argumentando que ese derecho no implicaba necesariamente la soberanía o la autodeterminación[40][41].

Al mes siguiente, CiU, ERC, ICV-EUiA y la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) acordaron celebrar el referéndum de independencia el 9 de noviembre de 2014, y que en él se formularían dos preguntas: “¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado?” y (en caso afirmativo) “¿Quiere que este Estado sea independiente?”[43] El 11 de septiembre de 2014 tuvo lugar otra manifestación masiva, la Vía Catalana 2014, en la que manifestantes vestidos con los colores catalanes, amarillo y rojo, llenaron dos avenidas de Barcelona formando una “V” gigante, para pedir la votación[44] Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, el gobierno catalán cambió la votación por un “proceso de participación ciudadana” y anunció que sería supervisada por voluntarios. [El gobierno español recurrió de nuevo al Tribunal Constitucional, que suspendió el proceso a la espera del recurso, pero la votación siguió adelante[45] El resultado fue un 81% de votos a favor del sí, pero la participación fue sólo del 42%, lo que podría considerarse como una mayoría opuesta tanto a la independencia como al referéndum[46] Posteriormente se presentaron cargos penales contra Mas y otros por desafiar la orden judicial[45].

Cataluña españa

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La Cataluña Norte,[a] la Cataluña francesa o el Rosellón se refiere al territorio de habla catalana y cultura catalana cedido a Francia por España mediante la firma del Tratado de los Pirineos en 1659 a cambio de la renuncia efectiva de Francia a la protección formal que había dado a la recién fundada República Catalana. La zona corresponde aproximadamente al moderno departamento francés de los Pirineos Orientales, que históricamente formaba parte de Cataluña desde el antiguo Condado de Barcelona, y perduró en tiempos de la Corona de Aragón y el Principado de Cataluña hasta que fueron cedidos a Francia por España.

La Alta Cerdaña (en catalán: Alta Cerdanya) se distingue geográficamente del resto de la Cataluña Norte, situándose al sur de la divisoria de aguas de los Pirineos, en el alto valle del Segre. Es una comarca montañosa y poco poblada, que incluye la ciudad de Llívia (1252 habitantes (2005)), que es un enclave que forma parte de España.

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Este artículo trata sobre la comunidad autónoma española. Para la entidad política histórica, véase Principado de Cataluña. Para otros usos, véase Cataluña (desambiguación) y Cataluña (desambiguación).

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La mayor parte del territorio (excepto el Valle de Arán), se encuentra en el noreste de la Península Ibérica, al sur de la cordillera de los Pirineos. Cataluña está formada por cuatro provincias: Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona. Barcelona, la capital y la ciudad más grande, es el segundo municipio más poblado de España y la quinta zona urbana más poblada de la Unión Europea[11]. Comprende la mayor parte del antiguo Principado de Cataluña (con el resto del Rosellón que ahora forma parte de los Pirineos Orientales de Francia). Limita con Francia (Occitanie) y Andorra al norte, con el mar Mediterráneo al este y con las comunidades autónomas españolas de Aragón al oeste y Valencia al sur. Las lenguas oficiales son el catalán, el español y el dialecto aranés del occitano[12].

La independencia de cataluña explicada

Los catalanes no bailan flamenco y han prohibido las corridas de toros por considerarlas crueles y bárbaras. Forman parte de una nación distinta y orgullosa con su propia lengua, historia, cultura y bandera, y esa identidad propia ha sobrevivido a los brutales intentos de Franco de suprimir la lengua catalana en las décadas posteriores a la Guerra Civil. Los partidarios de la independencia argumentan que su lengua y su cultura no son suficientemente respetadas por el gobierno central español, y les preocupa que, a menos que se haga algo, su cultura sea absorbida.

Nos arriesgamos a abrir la caja de Pandora si Cataluña se independiza. Los nacionalistas de Escocia, Flandes, Padania, Madeira, Baviera, Escania y otros lugares también claman por la independencia (¡y eso sólo en Europa Occidental!). Europa podría acabar dividida en un mosaico de microestados en disputa, cada vez más reducidos. En un momento de profunda crisis y de creciente nacionalismo populista, la prisa por separarse podría crear un peligroso potencial de conflicto.

Cada año, los catalanes se ven obligados a contribuir con miles de millones de sus impuestos duramente ganados a las arcas del gobierno español en Madrid (pagando unos diez mil millones más de lo que recibe). Estas exigencias han endeudado a Cataluña y han dejado a un país rico con dificultades para proporcionar servicios básicos a su propia población. La negativa del gobierno de Madrid a conceder a Cataluña incluso la autonomía fiscal básica de la que goza el País Vasco demuestra que, según este argumento, sólo a través de la independencia podrá Barcelona tomar el control de sus finanzas y de su futuro económico. La ruptura puede ser suave y no hay ninguna razón por la que la República Catalana no pueda permanecer en la Unión Europea, en la zona euro y en el espacio Schengen.