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Ayer fue uno de esos días que marcan un punto de inflexión en la historia del periodismo colombiano. Aunque no es raro que los periodistas sean despedidos de sus medios (en Colombia o en cualquier otra parte del mundo) el despido de Daniel Coronell de su columna semanal en la Revista Semana se siente diferente. No es una hipérbole sugerir que la libertad de expresión en Colombia está en peligro.

El error de Coronell parece haber sido cuestionar a su editorial sobre por qué se aferró a una historia sobre los militares que buscaban restablecer una política fallida que promovía un aumento en el número de cadáveres como medida de éxito, lo que recuerda el escándalo de los “falsos positivos”. En una columna cuidadosamente redactada (todavía disponible aquí o aquí) Coronell pide a la dirección de la revista que explique a sus lectores si enterraron la historia a instancias del gobierno de Duque. Al despedir a Coronell, parece que Semana prefiere perder a su columnista estrella antes de admitir un error, dejando al descubierto un incómodo sometimiento al poder por parte de Semana.

diez minutos

Cuando se habla de la revista colombiana Semana no sólo se habla de uno de los medios de comunicación más reconocidos del país, sino también de uno de los más prestigiosos. Su historia, desde que fue refundada en 1982 por Felipe López, se ha caracterizado por grandes investigaciones periodísticas que han ido más allá de los escándalos provocando acciones concretas por parte de las autoridades, y por prestigiosos columnistas que han tenido un fuerte impacto en la opinión pública y han hablado directamente con los dirigentes del país.

Por eso, la renuncia de al menos 16 periodistas el 10 de noviembre tuvo una repercusión nacional. Entre las renuncias más llamativas estuvieron las de Ricardo Calderón, su flamante director y autor de la más emblemática de las investigaciones de Semana, así como la de reconocidos columnistas como María Jimena Duzán y Antonio Caballero, el ilustrador Vladdo, el director general Mauricio Sáenz, el director editorial Ricardo Pardo y el presidente de Publicaciones Semanas Alejandro Santos.

La sensación entre los periodistas y los lectores era que la tradicional Semana estaba muriendo, y que pronto se convertiría en un medio de comunicación no sólo más cercano al gobierno, sino también con tendencia a la viralización digital, evitando el reportaje de investigación. La situación también despertó la preocupación sobre cómo afecta al ecosistema mediático general del país y qué pasaría con su audiencia.

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es:Felipe López Caballero , la persona que reinició la revista, tomó como modelo dos revistas colombianas anteriores. Una era la Semana de Camargo; la otra era es:Alternativa, un semanario de izquierda publicado por Enrique Santos y Gabriel García Márquez. Las revistas extranjeras que trató de imitar fueron Time y Newsweek[cita requerida].

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La revista Semana, una de las más influyentes de Colombia, lucha por mantenerse a flote, ya que los principales periodistas de la publicación se van desesperados tras el nombramiento de un nuevo director acusado de pertenecer a una familia criminal.

El nombramiento enfureció al equipo de redacción, provocando la salida de los periodistas uno tras otro. Desde el redactor jefe hasta un premiado reportero de investigación y un caricaturista, la mayoría de las principales figuras del equipo editorial han dimitido.

“El panorama mediático de Colombia está fundamentalmente en manos de grandes grupos económicos familiares que tienen intereses en las licitaciones públicas, en las infraestructuras, en la banca, en los medios de comunicación, como ustedes saben”, informa LatAm Journalism Review, citando a Germán Rey, profesor e investigador de la Pontificia Universidad Javeriana e instructor de la Fundación Gabo.

El mes pasado, Colombia Reports publicó un artículo titulado “Las cinco familias dueñas de las noticias en Colombia”. Según el informe, los periodistas del país ya no se sienten libres e independientes, y abandonan definitivamente la profesión.